lunes, 2 de junio de 2014

MI ULTIMO DIA EN VARANASI, EL ULTIMO EN ESA INDIA ESPIRITUAL


Cual mi primera sensacion al llegar a Varanasi y contemplar ese río tan referido en todo el mundo en torno a su leyenda milenaria? La verdad, lo que mejor recuerdo de ese lugar es el crematorio, lugar bello y a la vez terrible...

Tras la tranquilidad de sumerjirme por entre los ghats repletos de personas chapoteando en el agua; comunidades jainistas orando; lavando sus ropas; charlando; o esperando sentadxs a ver la ceremonia de la Punya que todos los días tiene lugar allí. Una columna de humo se divisaba ya a lo lejos, intuyendo un olor a muerte, a fatalismo existencial. Unos metros mas y a mis ojos pude contemplar llamaradas que parecían surjir de la tierra misma, convirtiendo en ceniza todo lo que podían, con sed insaciable de muerte, mientras unos monjes oraban a lo que hace pocos momentos era un cadáver mientras el incinerador, cubierto de ceniza, con una barra de metal agitaba a las llamas. Por entre fango, mierda, moscas, perros cancerberos custiodiando el paso a los que quieren entrar y no pueden, pues sus almas aun no están preparadas para el viaje, vacas indiferentes ante el lugar, como si a ellas la muerte no fuera asunto que pareciera afectarlas, mendigos esperando, sentados, alguna pobre limosna bajo el auspicio de torres pintadas de ceniza y restos de llama, todo gris, en donde el único aire que se respirase fuera el de la muerte a la vera de cadáveres esperando su turno para ser liberados de la rueda del karma...

A los primeros pasos que di fui recibido por su intenso olor fúnebre, por la situación descrita. Agobiado, acosado por los mendigos que como zombies se me lanzaban a por dinero, por monjes que me pedían 1000 rupias para poder fotografiar aquel lugar, algo a lo que me negué obviamente, pero que corrían tras de mi, y perdido, agobiado, buscaba proseguir el paso, escapar de aquel lugar.

Luego tras esa primera y fatídica experiencia, con los días me fui acostumbrando al lugar, llegando a acostumbrarme, a pasear tranquilamente para cruzar a los siguientes ghats por allí sin sentirme agobiado, eso si, siempre con el máximo respeto. Siempre que pisaba, la primera bienvenida, una bocanada de humo negro que me provocaba ganas de vomitar, caminando por entre el pis y la mierda, un olor insoportable.

Seguí viendo la estela con la que aquel lugar impregna a todo el río que pasaba por la ciudad. Un tranquilo paseo en barca por el río y de repente un cadáver embolsado flotando a tu paso, o otro día, el de un niño a juzgar por el tamaño, varado a la orilla, sin que nadie le diera importancia...Era una sensacion fuerte, triste pero a la vez hermosa, como si en parte enviar a tu cuerpo en un viaje hacia el infinito fuera como un viaje hacia la perdición por el firmamento estelar.

Uno de esos días accedí a banarme, ya que estaba integrado como extranjero con sus costumbres, que había rezado en sus templos, y por que no, en caso de que aquel río tuviera algún poder como dicen de liberarte de la rueda del karma, hacerlo? Fue un día de esos que tuve recuperandome de la fiebre y la diarrea que marco mi estancia allí, cuando tras luchar por levantarme, sobre las siete, ya de noche, decidí que tenia que despejarme, y que un baño me sentaría bien. Busque un ghat solitario, para no estar con el bullicio que en esos momentos de mareo rehuía, me desnude, deje la ropa en los escalones, y lentamente, orando con el mantra a Shiva fui sumergiendo mi cuerpo. Lo primero que recibí fue un fuerte olor a gasolina que me mareo mas, me obligo a salir del agua y sumergir solo las piernas. Igual era de noche, la bioquímica del río cambia, no lo se. En los días siguientes opte por hacerlo de día, y no es que fuera el río del baño de mi vida, pero a plena luz del día, ese repelente olor descrito cambiaba, y bueno...se estaba bien para relajar el cuerpo haciéndolo flotar, y luego por si acaso, una buena ducha en el hotel.

En lineas generales, Varanasi no fue una ciudad que como tal me impresionara, era bonita por su casco histórico, sus intrincadas callejuelas que mas de una vez me hicieron perderme, sus templos a cada esquina. Si, me gusto, pero no tanto, en si muy caótica, lógicamente con un millón y pico de personas aproximadamente, según el caótico modelo de ciudad india, era normal, y eche de menos y odio decirlo Occidente, mas que nada por su normalizado y tranquilo modelo de ciudad en el cual esta todo mas armonizado, y el hecho de cruzar una calle del centro a diario, no se convierte en una cuestión de vida o muerte, algo a lo que en mi caso, a veces con divertimiento, me acostumbre.

Luego, salvando los dos primeros dias con la gente, en lineas generales, como en todo el viaje, quitando el parrafo anterior, me senti muy agusto, relajado, con la sensacion de estar en casa, sentirme comodo, como alguien mas, que al final consiguio integrarse en una complicada sociedad como es la hindu.

Luego, que me sentí muy solo como en todo el viaje? pues si, la verdad, ir en barca y ver a otras, con parejas, hundía la moral, deseabas encontrarte con el ser especial y contemplar los bellos amaneceres por la ciudad sagrada; caminar por sus calles y compartir una rica comida vegeteriana o vegana etc. Fue duro, pero mas duro seria la vuelta a Valladolid cuando viera que la situación no habría cambiado nada, para ella, para todas, seguía siendo un bastardo raro, un loco en términos generales, y estando solo, perdido en el mundo, cansado de viajar, y teniendo que partir a otro sitio para paliar esa soledad existencial tan fuerte, tras unas semanas de descanso y procesamiento de toda la info, el material que había sacado de allí.

Me marchaba de India lleno pero con la sensacion de haberlo olvidado todo, como si nada hubiera pasado, y esas inolvidables experiencias pasadas fueran solo eso, inolvidables vivencias pasadas. Pero en el fondo, sentía que algo, algo por dentro me latía, algo diferente, puede que aunque no lo supiera, había cambiado, y ahora ese algo, necesitaba de germinar, y quien sabe, si un frondoso árbol por el que trepar hasta el cielo, arrancar una hoja y navegar por el Firmamento...

Ahí lo dejo, esa tarde del lunes marcharia a Delhi en tren, el día siguiente lo pasaría descansado, mirando el vuelo que al día siguiente tomaría, y el jueves por la noche, ya en Occidente, en mi falso hogar...que pasara lo que tuviese que pasar...


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