miércoles, 21 de mayo de 2014

REFLEXION PERSONAL SOBRE MI ESTANCIA EN AGRA. AGRA, DETRAS DEL TAJ MAHAL


Unos ojitos morenos que me miran, una sonrisa que juega a ser mayor: en un restaurante cercano al Taj-Mahal, mirando a una pequena pero bulliciosa plaza llena de tuk-tuks, de vendedores ambulantes y de ciclociclistas que como pueden tiran haciendo fuerza con las piernas de la pesada carga que transportan tras de si. Es Agra, la ciudad que tras el Taj-Mahal oculta una voraz lucha por sobrevivir, en la cual hasta las hormigas locas de hambre, se lanzan sobre las impavidas moscas a las que pillan por sorpresa, sin tiempo para volar, y cuyo destino es ser despedazadas vivas mientras sus comuneras en busca de mierda miran pasivamente...

Me siento en su restaurante, el crío muy majo acude cinco minutos para llamar a su padre a que venga a cocinarme. Ayudo al crío a hacer la cuenta del menú: 

-Un pequeno plato de patatas con queso por dentro con tomate=40rs
-Un plato de pasta de macarrones con especias picantes=50rs
-Un vaso de chocolate con queso por encima y una botella de agua=30rs
Total:120rs

Decido darme ese pequeño festín dado que desde anoche no he comido nada por el largo viaje hasta Agra desde Udaipur, salvo esta mañana un zumo de mango y un vasito de te al que unos nativos me han invitado tras visitar el Taj-Mahal mientras escribia un poco sentado en un parque.
Muy rica la comida, algo picante, pero como todo en la India, sin nada de carne, refrescada por paredes llenas de anotaciones en varios idiomas  por parte de los extranjeros que han estado en este humilde pero sincero restaurante conformado por una pequeña habitación y la cocina. Me invita el dueño a que le lea en voz alta una anotación que unos españoles hicieron en referencia al simpático muchacho y al restaurante en general. Acto seguido le escribo la mía con mas de lo mismo, pero alabando esa pobreza en el fondo tan rica de sentimientos.

Me siento a escribir estas lineas y contemplo, un niño se me acerca a guiñarme el ojo, juega con el niño del restaurante que aprovechando que su padre ha cogido la moto para atender otros asuntos, de vez en cuando juega con un tapón de plástico de botella de agua, o se estira un poco saludando a los tuk-tuk que pasan una y otra vez en busca de clientela a la que llevar a algún punto de la ciudad, eso si, vigilando siempre el restaurante, como un hombrecito que ya es pese a su corta edad y estatura.

Por lo demas mientras escribo, fumo, hago tiempo para a las cinco-seis ir a la oficina a por mi ticket para coger el tren hasta Kahurajo sobre  las 22:00. Pero estoy tan cansado de viajar, que cuando hace mes y medio comence a planear este viaje, no me imaginaria que viajar de Norte a Sur, de Este a Oeste, miles de kilometros por el norte de la India en apenas un mes, en busca de paliar esa soledad existencial tan fuerte que padezco y llenar ese desamor tan desolador, fuera tan duro...


Ahora mismo no tengo ganas de nada, estoy de bajón, cuasi depresivo. Y hace apenas cuatro días estaba en Pushkar acompanado siempre de gente. Pero y ahora, aunque lo estuviera, no sabría que decir; aunque tuviera al ser especial frente a mis ojos, no sabría si besarla o no, si hablarla, o simplemente lo que ahora estoy haciendo, escribir y esperar con la vista a ninguna parte...

Solo me consuela que mañana estaré en Kahurajo, sitio al que voy por hacer unas fotos demás para este reportaje, anotar un par de vivencias y poco mas. Pero al día siguiente, por fin, si hay buses, llegare a Varanasi, y hasta el día 2 no me moveré de allí, hasta que vuelva ese día a Delhi para esperar hasta el 4 y volver a Espangastan...

Como he dicho, hace un mes ni loco me hubiera imaginado estar en un sitio así, tan lejos del ficticio hogar, en el que no conozco nada, estoy perdido, pero sereno de saber todo lo que hago, plenamente consciente, sin miedo a cometer errores, porque seguro de mi mismo y consciente de todo, aunque quisiera, no los cometería. Pocas veces como digo, me he sentido tan seguro de mi mismo, adaptado al entorno en el que vivo, tratando de hablar una lengua que nunca me ha gustado, pero que gracias a ella estoy en el ecuador de este viaje, y quien sabe, si inconscientemente aprendiendo algo de hindi, desde luego de tanto escucharlo comienza a serme familiar el idioma. Supongo, que sera que estoy madurando y me estoy haciendo un hombre, y pronto como los garrulos de mi ciudad, podre llevar clinex en los pantalones para aparentar tenerlos grandes, y follar, y quien sabe, anhelos amorosos personales, pero eso si, como hippie o como simplemente, ser humano libre. Quien lo sabe...

Anotacion: Para futuros viajeros a Agra, el sitio en el que he comido se llama Treat Restaurant South Gate TajMahal Agra-282001 (INDIA)

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