jueves, 22 de mayo de 2014

LA ESTACION DE TREN DE AGRA RUMBO A KAHURAJO


Todo eran continuos vaivenes en el tren del recuerdo, del primero día en el que fui bautizado en esta jungla 
llamada India, entre oxidados trozos de metal y cadáveres durmientes. Así se me presento el primer día en el que tras llegar a la estación de trenes de Delhi rumbo a Loharu para posteriormente dirigirme a Mandawa. Salir del aeropuerto y ser recibido como bienvenida por parte de una insoportable ola de calor junto a taxistas que me esperaban para darme las primeras estacadas no en euros si no en rupias, en un idioma que apenas hablaba, que mal recordaba de no hablarlo desde hace un ano y pico. Luego tras los primeros kilometros en taxi por aquella India llena de conductores kamikaces, mendigos, puestos de fruta ambulante carcomida por las hormigas; llegar a la estación a cuasi oscuras y ver como todos los nativos se me colaban. Pedir un billete de tren en vulgo ingles, perdido en un alfabeto no occidental, preguntando sin saber el numero de anden para el tren, asediado por los mosquitos que resbalaban por el sudor por mi cuerpo, pensando que de tifus, malaria, de algo en los próximo días seria afectado...
Ya en el tren montar sin saber mi vagón, en mitad de ellos, fumando, contemplando como en la noche, me sumergía en esa India mágica, misteriosa, materialista, espiritual, libre, esclava, buena, mala, verdadera, falsa, India...

Ahora en cambio tras haber sacado el billete en Agra y tras haber llegado a la estación en tuk-tuk, por 60rs, barato, supongo que le caí bien al conductor, me sentía en mi salsa, sereno, cansado, pero feliz. Fui a una cafetería a pedir un vaso de café frió, a sentarme y esperar en la mesa leyendo algún libro comprado en Bikaner en ingles sobre la extinción de conciencia. Luego, un poco el foco de las miradas al ser occidental y por mi vestimenta hippie, di una vuelta por una estación abarrotada de nativos que esperaban a su tren, sentados en el suelo, comiendo, conversando etc. De tantos días sentía como si ya pudiera saber de que hablaban pese a que a la hora de racionalizar el lenguaje, analizar los fonemas hindúes, no entendiera mucho. Me sentía muy tranquilo, ya entendía ese tedioso sistema de trenes que en los blogs para viajeros por India indican como el mas caótico del mundo. Sabia mi anden, el numero de vagón y la cama, y ahora lo único que hacia además de caminar era fotografiar. Subí por las escaleras mecanicas hasta la pasarela que conecta con el resto de andenes, buscaba un motivo para reflejar aquella transeuidad junto con la puesta de Sol de fondo. Unas flores en el suelo, probablemente de algún collar me dieron la idea de colgarlas sobre las rejas, "La esperanza encadenada y mas allá, la luz del infinito" algo así, buena foto desde luego, y alegría de haber condensado en una instantánea según mi opinión, todo el sentir de aquel lugar.

Pase las cinco horas como pude. Unas veces revisaba que el billete estuviera bien; otras leía, dormía, o caminaba en busca de saludar a alguien desconocido.De hecho tuve un par de encuentros con su gente, uno de ellxs con un hombre mayor que me interrogo sobre mi viaje, intercambiamos observaciones sobre nuestras pulseras: La suya era del templo de Shiva en no se donde con respeto, y la mia del templo de Brahma en Pushkar. Quiso invitarme a comer, pero recordando las palabras de un amigo budista que conocí en una edición del Desayuno con Vallandantes en Valladolid, y el cual me advirtió que mucho ojito con aceptar invitaciones de desconocidos, que aquello podría suponer el inicio de un secuestro o mas simple, un robo y quedarme sin nada allí, opte por educadamente -no thanks, im no hungry, sorry- y por si acaso meterme en la estación de nuevo y esperar a que se fuera. 
Con otros chicos, muy majos, hablamos del viaje, de sus ganas de llegar a Goa aquella noche, y del rico tabaco indio al que a cambio de un cigarrillo de los mios, me dieron uno de los suyos, de los cuales, por no encontrarlos, llevaba ya días con el mono de volver a fumar su hoja tostada envuelta y sin aditivos tan repelentes como el petróleo y el alquitrán.

Se acercaba la hora de llegada del tren, y vaya, que alguien que poco ingles sabe ayudase o tratara al menos de orientar a un chino que como yo, por su larga melena morena era también el foco de las miradas, a confirmar el tren que justamente era el mio...Menuda sorpresa la verdad! Que yo estuviera perdido vale, pero que alguien que hablara ingles también! Estaba nervioso, como el primer día que llegue a Delhi, a su citada estación, a juzgar por su mirada, India también le estaba devorando, no era el, no le conocía, obvio, pero estaba y no estaba, era como si una parte de el estuviera en proceso de extinción y ya solo le restara caminar y viajar de un sitio a otro, en una busqueda sin sentido que los que han viajado por primera vez a la India y se han dejado abstraer por su caos y armonia entenderan.
Dos revisores se acercaron viendo que parecia, habia un ligero problema, uno mayor, sereno, y el otro mas joven, como una mosca zumbona en las orejas, hizo bien su labor, le oriento en que vagón debía de entrar, me invito a mas tabaco indio, pero no paraba de hablar y hablar, ya su tic nervioso estresaba. Pero lo que me pareció asqueroso, fue que una de tantas pobres ancianas, mujer esquelética que apenas podía sostener el vaso en donde generosos la daban algo para poder comer, se acerco. Se acerco a pedirme algo, en aquellos momentos pude haberla dado una bolsas de patatas que había comprado para el camino, algo, pero no se por el cansancio, no lo se, pero no supe que hacer, igual era porque ya estaba hastiado de escuchar y admito mi hipocresia, centenares de voces pidiendo comida: unas cuantas veces ya había cedido, pero en aquellos momentos, no lo se, no cedi...Fue ir a pedir alimento y el revisor espantarla con un cuasi golpe que la rozo, como una mosca, rápidamente reaccione, se la levante yo a el, y que o la tenia respeto o habría un serio problema entre ambos, pues en mi pais este tipo de personas pese a la crisis ficticia que hay que provoca hambrunas, entre civiles mas o menos nos respetamos, y que este tipo de actitudes, lo siento mucho, pero nanay.

Cogi el tren, me tumbe en mi cama, cómoda para los días que llevaba viajando sin parar, con la mochila debajo de ella, las zapatillas atadas ambas para no perderlas. Me senti seguro, feliz de en la noche ser un espectro mas, y contemplar como esta vez era yo quien penetraba por India, no al revés. Rogué mediante el amuleto por el ser especial, que estuviera bien, suerte con los futuros examenes de su facultad: por mis padres que comenzaban a asumir quien era ya sin historias, aceptando tal como soy para lo bueno y lo malo: y queriendome por ello,por Kon, y finalmente por todxs. Gracias todxs, pero gracias por encima de todo a mi mismo, este hermoso viaje continuaba, y la próxima parada seria a las seis de la mañana por ahí en Kahurajo donde descansaría bien antes de ir a la Divina Comedia como muchxs la llamaban, que era la ciudad de Varanasi.

FOTOGRAFÍAS DE LA ESTACION DE TREN DE AGRA Y ADELANTO PRIMERA PARTE DE KAHURAJO:https://www.facebook.com/alexander.roljorge/media_set?set=a.832735390089790.1073742009.100000600102049&type=1

ME FALLA EL CORRECTOR AL NO TENER LOS TECLADOS DE AQUÍ SISTEMA PARA ACENTUAR Y LAS ENES

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