El devenir de las cosas, el sentido que a estas les conferimos, la búsqueda de un sentido surgido del razonamiento interno, ante esencias que buscamos transmitir desde nuestra propia mente, y hacer de lo ilusorio la transformación misma en algo sustancial;algo a lo que atribuirle un significado ende,una esencia, en su misterioso fluir por la aparente transformación e inmutabilidad del todxs.
En realidad las cosas no son misteriosas, más bien fenomeicas,ocurren sin sentido dado. No es como tal les sea otorgado un valor azaroso, más bien caótico ordenado. Ese sentido del caos corresponde a las cualidades gúnicas en cuanto a que todo corre por un factor indeterminado en cuanto a que esa determinación viene ligada al segundo devenir circunstancial que lo clasifica en base a la mente. Sattava, Rajas y Tamas que en función a la esencia divina del ser lo cualifican y lo ordenan en base a lo que como tal quiera sustraer de las o la cosa como tal.
En pocas palabras, las cosas no son ni lo uno ni lo otro, las cosas son en base a lo que queremos que sean, bonitas o feas, buenas o malas etc. La constante para liberarse de este patrón de juzgo es dejar que estas fluyan por el ser y dejar que devengan en escenas mediante las cuales podamos interactuar y desarrollarnos en determinados planos, aún entendiendo que existe la liberación y la fusión del Todxs dejando de ser mente y siendo literalmente, corazón.
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