domingo, 4 de mayo de 2014

ADIÓS AMADA...


Acababa de venir angustiado del Penicilino, antes cuando entré creí verla a ella, y de pronto, una fuerte opresión en el pecho, una rápida mirada correspondida, pero vana. Y allí estaba, radiante y hermosa, con su cabello teñido de castaño oscuro, conversando con sus amistades. No sabía que hacer, la verdad, es tanto lo que siento por esa mujer, y ahora tras todo lo que ha pasado, no sentía con fuerzas de proseguir en esta ciudad. Es una persona de la que profundamente estoy enamorado, y verme tan rechazado por ella, es lo que me mata, sin importarme "lo mono de feria" que fuera para ella y el resto. La quiero, pienso a todas horas en ella, con cada segundo que pasa, la anhelo, es como si la echará de menos de algo más, como si antes la hubiese conocido. No sé hasta que punto igual según gente espiritual me dijo, es cierto que la conociera de mucho antes, no lo sé, dudo mucho. Pero sea como sea, la quiero mucho, y ruego por su felicidad, y por ello, ante tanto dolor, tanto profundo rechazo, al final he tomado la decisión de irme, porque sé que en esta ciudad no pinto nada, y luego, las pulsaciones en el pecho aún sin verla, cada vez son más intensas, y eso me va matando a diario...

Solo ruego porque ella, esté donde esté, con quien  esté, esté bien, sea la estrella tan radiante de felicidad que es, y que algún lejano día nos volvamos a ver, o simplemente cordialmente saludarnos. Pues hace  meses escribía sobre ella un poema, y recuerdo no sé bien en que parte del verso lo siguiente: "y tu me liberaras del mundo"

Solo espero que esta liberación que será el inició  de este pronto viaje no me resulte fatal.

Namaste

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